Recuerdo que siendo niño me acerqué un día al Pastor de la iglesia donde asistíamos para preguntarle dónde decía en la Biblia que debíamos «aceptar a Cristo en el corazón». Mientras él caminaba a buscar algo en su automóvil escuchaba mi pregunta, luego de un prolongado silencio me dijo que aunque esa frase no estaba en la Biblia, la idea era que debíamos recibirle con sinceridad. La respuesta no fue del todo satisfactoria para mí, pero ahí cesaron mis cuestionamientos temporalmente. Algo me quedó claro: la frase «aceptar a Jesús» no está en la Biblia, pero debía tomarla cómo una interpretación o explicación de la respuesta que cada persona debe dar al oír las buenas nuevas de salvación. Se ha usado como una manera de explicar al pecador «lo que debe hacer» para ser salvo.
Posteriormente hubo un tiempo en mi vida cuando nuevamente me cuestioné cuán correcto era utilizar esta frase como muchas otras que aparecen en la jerga evangelística cristiana. Usted se habrá percatado que hay muchos clichés a la hora de evangelizar. Recientemente escribí sobre la conocida frase «Jesús murió por ti» y «hacer a Cristo Señor» y esto generó algunas repercusiones entre mis conocidos, pero veo que hay más frases que debemos analizar desde una perspectiva Bíblica.
¿Qué podemos decir de esta frase tan frecuentemente utilizada?
Tal como sucede con otras, no fue usada en ninguna predicación del evangelio; ni por Jesús, ni los apóstoles, ni otro escritor inspirado, pero el hecho de que la Biblia no la contenga… ¿es un argumento suficiente para descartala de nuestro lenguaje evangelístico? Muchos piensan que no, apelando a otras palabras teológicas que no se encuentran en la Biblia, por ejemplo: «trinidad». Yo creo necesario considerar los peligros implicados en el asunto.
Alguien podrá decir que aunque la Biblia no dice «aceptar», sin embargo, dice «recibir» en Juan 1:11-12, y como son claramente dos sinónimos, es perfectamente bíblico usarla.
Veamos el texto:
11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
Si lo pensamos de este modo, el texto nos dice que debemos aceptar a Cristo para ser hijos de Dios. Pero, analicemos el texto para ver si la idea es esa.
A lo suyo vino y los suyos no le recibieron. Jn. 1:11
- «Lo suyo» es decir, a su propiedad, su casa, tierra o posesión (es neutro).
- «Los suyos» es una referencia a sus compatriotas, la nación judía. Recordemos que Jesús es el Mesías prometido. Los judíos, en su mayoría, no lo recibieron. ¿Qué significa esto? Que no creyeron en él como el Mesías, como el Salvador. ¡Lo rechazaron!
- «Mas a los que le recibieron» esto es una referencia a personas, algunos judíos y otros gentiles (para la época que escribe el evangelista). Seguido a esto encontramos un recurso sintáctico que se llama, aposición. La aposición es una construcción de dos elementos gramaticales unidos, el segundo de los cuales especifica al primero. Frecuentemente, la coma encierra al segundo elemento:
Veamos unos ejemplos, voy a subrayar la aposición.
- Lisboa, capital de Portugal, está a orillas del Tajo
- Juan Carlos I, rey de España, presidirá el acto de homenaje a Cervantes
- Galdós, novelista insigne, nació en Gran Canaria
(extraído de http://www.gramaticas.net/2012/07/ejemplos-de-aposicion.html)
En nuestro texto es:
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Juan 1:12
El segundo elemento es el que explica el primero. Recibirlo = Creer en él
Esto puede comprobarse en la mayoría de las versiones bíblicas más usadas. No es una cuestión del idioma español solamente, el concepto viene del original.
Entonces, cuando decimos «Tienes que aceptar a Cristo como tu Salvador» debemos entender que sería lo mismo decir «Tienes que creer en Cristo como tu Salvador»
Resumiendo:
- «Aceptar» no se usa en la Biblia» en relación con el evangelio;
- «Recibir» aparece aquí y varias veces en San Juan, es siempre usado como sinónimo de creer, en relación al mensaje del evangelio o el testimonio de la verdad (Juan 3:32-33)
- «Creer», en cambio, es ampliamente usada y la razón de esto es que detrás de verbo «creer» está la gran doctrina de la fe; tan importante para conocer el evangelio, para acercarse a Dios. (sin fe es imposible agradar a Dios. Heb. 11:6)
Pienso que al llegar a este punto, cualquiera que desee ser más exacto en su presentación del evangelio preferirá usar las palabras que la misma Biblia usa para comunicarlo. No obstante, imagino que todavía algunos seguirán defendiendo su terminología, por esta razón, voy a ir un poco más allá en la argumentación:
¿Piensas que Aceptar a Cristo es algo distinto de Creer? Posiblemente, los que insisten en usar la frase afirmarán esto. Aceptar (o recibir) y Creer son dos cosas diferentes. Recuerdo que cuando aprendí a hacer evangelismo con pinturas, me enseñaron que eran dos cosas diferentes: «primero hay que creer luego hay que recibir», me decían.
Aquí es donde se acrecienta el problema y donde se revela una teología equivocada. Mientras algunos vemos en la Biblia que recibir es sinónimo de creer, otros lo ven como algo distinto, por lo tanto, el mensaje que quieren transmitir es diferente. El ejemplo común que utilizan para explicarlo es que un enfermo puede «creer» que un medicamento lo puede curar, pero si no lo toma («acepta» o «recibe»), entonces nunca se sanará. Y así lo comparan con el evangelio.
Entender y predicar el «aceptar o recibir» como una obra extra a creer es distorsionar el evangelio; es colocar algo más al mensaje; una acción más a realizar por parte de los que lo escuchan; en otras palabras, «una obra» adjunta a «creer». Sin embargo, el llamado evangelístico en la Biblia es siempre a «Creer» y nunca a «Creer y Aceptar» o «Creer y Recibir». Si usted es partidario de la predicación del evangelio de la gracia, y defensor de la justificación por fe solamente, debería rechazar firmemente todo lo que se le agregue al evangelio tal como aparece en la Biblia. Piense: ¿Es creer suficiente?
El asunto con los demonios que «creen»:
Un argumento frecuentemente utilizado para decir que creer no es suficiente es el pasaje que dice que «También los demonios creen, y tiemblan». (Santiago 2:19) Algunos llegan a la conclusión que si los demonios creen, pero ese creer no los salva, entonces creer no es suficiente. Esta es una interpretación muy equivocada; la mayoría de los comentaristas coinciden en que los demonios conocen la realidad espiritual, que ellos son ortodoxos en la doctrina, pero que esa creencia no es una fe salvífica sino intelectual. Aclaremos además, que el evangelio es para la salvación de los hombres, no de los ángeles.
Ahora bien, tanto en los demonios como en las personas puede haber una fe intelectual; una creencia de la realidad que no implica una fe por medio de la cual son justificados. Existe una fe no salvífica. Aún sabiendo esto, la Biblia no pretende agregarle algo al llamado a «Creer» para aclararle al pecador que debe ser una fe genuina. El apóstol Santiago confronta la fe verdadera con la fe falsa y lo que evidencia a una u otra son las obras del que dice ser creyente; sin embargo nunca se agrega a «creer» el «recibir». ¡No! El llamado evangelístico que encontramos mayoritariamente en la Biblia es juntamente con el arrepentimiento, un llamado a la FE solamente, un llamado a «Creer». Sola fide.
Veamos algunos textos:
- «Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo» Hechos 16:31
- «el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna» Juan 5:24
- «el que en mí cree no tendrá sed jamás» Juan 6:35
- «El que cree en mí, aunque muera, vivirá.» Juan 11:25
El problema se agranda aún más cuando para algunas personas Aceptar o Recibir, no solo es algo separado de Creer, sino que es además sinónimo de «Hacer una oración». Esto es colocar un rito a la par de la Fe, es materializar en una acción el «recibir algo abstracto». Pensar que una oración es necesaria para ser salvo es muy peligroso. No obstante, aclaro: ¡lo primero que hará quien es salvo, será orar! Pero eso es muy diferente a invertir el orden, lo cuál colocaría la salvación en la potestad del hombre. Espero poder escribir en otra entrada sobre la famosa «oración para recibir a Cristo en el corazón».
¿Qué hacer entonces? ¿Debo sacar «Aceptar a Cristo» de mi vocabulario?
No absolutamente. Si hay un correcto entendimiento de lo que eso significa (sinónimo de creer) y se tiene cuidado de no generar confusión al usarla no sería un pecado usarla. No obstante, mi posición es que es preferible no usar esta frase dado que hay una alternativa léxica bíblica (la palabra «creer») que hará que la transmisión del evangelio sea más apropiada, y se evitará posibles confusiones que se desprendan tanto de la frecuente teología incorrecta detrás de tal frase, como también de una mala interpretación por parte del oyente. La advertencia bíblica a la distorsión del mensaje es muy seria:
Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Gálatas 1:8
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© Por Adrián Passarelli. Verdadenamor Este material es de libre reproducción y distribución, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia. Suscríbete para recibir actualizaciones de entradas como esta aquí.
Hola Adrián
Buen artículo.
En lo personal pienso que creer no se refiere a saber algo. Sino que eso que sabemos aceptarlo como la verdad y actuar en concecuencia. Apropiarlo a nuestra vida.
Entonces creer es apoyarse en eso que creemos como la verdad.
Entonces cuando creemos en Jesus como nuestro salvador lo estamos aceptando.
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Hola Fernando, bien dices, creer no es «hacer algo» no es una obra humana, es más bien la obra de gracia de Dios en uno. Pero en la actualidad para muchos «aceptar» es algo más que creer y ahí el problema. Cuando vos decis «apropiarlo en nuestra vida» ¿a que te refieres? ¿Te refieres a creer…? Entonces lo veo correcto! Eso es lo que el evangelio demanda, pero si apropiarlo es distinto a creer o implica un paso posterior, entonces creer no es suficiente y eso contradice la Escritura. ¿Estamos de acuerdo?
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Hola, entiendo su punto y lo considero muy apropiado; el evangelio que Jesús predicó siempre inició con la frase «Arrepiéntanse» (Mateo 4:17). Si quiere profundizar más respecto al artículo que expone le recomiendo el libro «Sígueme» de David Platt. No he leído, hasta el momento, una mejor explicación al respecto. ¡Saludos!
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Gracias por tu comentario. No he leido ese libro aún, pero voy a buscarlo. Bendiciones.
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